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29 septiembre, 2011

TARDE DE DESPEDIDA


En la playa disfrutando pero de un momento a otro se comenzaron a parar todos con la intención de irse al pueblo, eso me desagrado y molesto, el fastidio del no poder quedarme un poco mas y seguir en compañía de Rosa era algo que sabía que iba a llegar pero aun así no lo deseaba, me pare vi el mar tan hermoso como siempre, las aves en su vuelo en “V” por el cielo, algunas nubes  blanquísimas como el algodón flotaban llevadas por el viento a su antojo.

Volteé y vi a  Juancho, Pepe, Mariel y Rosa recogiendo las ultimas cosas de la arena, me mire parado dentro de la ramada con deseo de no irme, mire el sol que en un principio me cegó pero que en esa milésima de segundo  que pude apreciarlo, note que no tardaría mucho en descender para ocultarse.

Vámonos ya Franco. -Dijo pepe. No iré, me quedare un rato mas, atine a decir sin más remedio. Si nos vamos ahora, llegaremos al pueblo en una hora convenida. - Dijo Juancho. Lo sé, lo sé y discúlpenme pero creo que me quedare a ver el crepúsculo, será el ultimo que vea, ustedes saben porque lo digo.

Vale, vale, oiga tío pero nos vemos más tarde, quisiera quedarme pero ya sabes que tengo que llegar con Mariel sino mi cuñado me mata. -Dijo pepe.  Primo iré a tu casa en la noche ya que ahora tengo que arrear a este par sino se me  meten a cualquier maizal (en un tono coloquial y graciosa) y si no llegan al pueblo el jodido seré yo, porque será a mi casa el primer lugar donde irán los padres de Mariel. -Dijo Juancho-  Y con lo que me desagrada decir mentiras, no seré alcahuete esta vez de este par de precoces sexual y también no quiero chocar con Daniel, ya sabes; es un demente, con las disculpas de Mariel, pero es la verdad. -concluyo Juancho.

Que exagerado Juancho solo atino a decir Mariel; pero igual, con lo celoso que es mi hermano, hoy no iremos al maizal…

Todos rieron.

Estás loca, primita pero igual te quiero. – Dijo Rosa.

Vayan, que se les hará tarde sentencio Francisco.

Franco se dispuso a despedirse; con su mirada en Rosa, balbuceo – Cui...Cuídate Ro…rosita ya nos v…. -Y antes que termine fue interrumpido. Yo me quedo también, no recuerdo cuando fue la última vez que vi un atardecer, creo que si llego un poco tarde no me pasara nada. -Dijo Rosa.

Los jóvenes se despidieron con gran afecto después de pasar toda la tarde juntos.

Solo con ella, sentí un aire a timidez.

Ven Fran, ven conmigo. -Dijo Rosa y prosiguió. -Caminemos por la orilla, lejos de las personas que aun quedaron rezagados en las demás ramadas.

- Me parece bien y veremos juntos el atardecer. -Contesto Franco.

-Ves en el cielo esas nubes blancas. -Dijo Rosa.

- Otras más al fondo están apareciendo. -Dijo Franco.

Es una señal del espectáculo que veremos termino rosa y siguió caminando

- sí. -Dijo Franco.

Caminaron alrededor de unos 15 minutos, solo con la vista en el mar y el cielo que manchada con el vuelo de las gaviotas que a diferencia de sus vuelos en “V”; ahora, era toda un afluencia de cientos de ellas y volaban en dirección hacia la boca del rio, dándole belleza extra al crepúsculo que comenzaba, el brillo del sol ya no dañaba como antes la vista, se miraba a lo lejos como de a pocos se iban tiñendo las nubes antes blancas.

Mira hacia el mar, ves esas islas, que parecen casi imaginarias, con sus formas que le dan más preciosidad a ese cuadro que enmarcan nuestros ojos, mira, existen distintos tipos y tamaños de islas, y pensar que en la mañana no estaban que, todo era plano que, donde terminaba el firmamento comenzaba el mar sin nada en el medio. Las nubes tan distantes de la costa y formadas a capricho del viendo o una divinidad daban la apariencia de que existen tales islas tan bellas, pero la verdad solo era una, las nubes nos regalan tal vista y agradecido estoy por ello. – Dijo Franco.

Qué lindo, recuerdo que una vez de chiquita, mi mamá me llamaba para irnos, cuando se acerco para llevarme le pregunte, ¿qué es eso? Apuntando en dirección al mar.

Ella me miro, sonrió y me dijo- parecen islas que están al fondo, Rosita mira la de allá la más grande parece flotar, amor mira qué bello es, son las nubes que nos regalan tan bello cuadro…

Algo así como tú dices, yo también agradezco por la oportunidad de ver eso. – dijo Rosa con melancolía.
Y verlo contigo. -Dijo franco.

Justo en el momento en el que se dispusieron a sentarse en la arena.

¿Qué? -Dijo Rosa al no oírlo.

Mira Rosa la tarde había caído sobre el mar, al fondo del mar parecían cadenas de montañas teñidas de  colores… las islas de nubes ganaban colores brillantes muy hermosos…

-Ohhhh  -Dijo Rosa- Mira las nubes del cielo las que están alrededor del sol.

Si, ha eso me refería, eso era lo que quería ver, que agradable, gracias por estar aquí, a mi lado, no sabes cuánto te quiero. -Dijo Franco con pura sinceridad.

Con lo último dicho se sonrojo un poco y miro el cielo, ella no pronuncio palabra y lo imito.

La vista pegada en el cielo maravillada en las nubes que en un primer momento eran de un color naranja, pasaron en poco más de un minuto a un rojo, ese rojo parecía vivo, poco a poco mas teñido, daba la impresión que se ardía el cielo, los ojos tintineaban al espectáculo, las aves simples puntos negros pasaban como sorteando las lenguas de fuego, el sol majestuoso, dejaba notar su circules y su color de un amarillo naranja el cual se iba ocultando entre las nubes, algunas cubrían solo parte del majestuoso, era algo inenarrable; simplemente tendrían que verlo con sus propios ojos, tal como lo hacían ese par de jóvenes.

Era belleza pura, algo gratificante, el cielo nuboso semejante a un rojo inflamado, llameante, en contraste con el mar verde en toda su expansión, la arena calidad de un gris característico de la playa y por último la fila de palmeras que limitaban el área de la campiña y daban paso a la playa tan siempre igual. En el cielo comenzó a cambiar el color de las nubes a variados tonos e intensidades, enzima del sol.

Los jóvenes debajo del cielo purpureo, solo se limitaban a mirar el sol medio oculto en el mar, al otro extremo, entre las montañas se miraba el azul marino de la noche próximo al lugar de los jóvenes.

Francisco cerró los ojos para así inmortalizar sus recuerdos de esa tarde, y de pronto algo sucedió, algo que deseo desde el día que la conoció, sintió unos labios húmedos juntarse contra los suyos. El nombre ROSA paso por su mente. Sorprendido él, era justamente su sueño hecho realidad.

Sé que me quieres y yo te quiero, quería decírtelo antes que te fueras. –Dijo Rosa, con su  rostro rojo como su nombre.

Y sin dejar a reacción volvió a besar a Franco. – El la abrazo, se abrazaron.

Sabes que me voy, mi viaje está pactado para mañana al medio día. –Dijo Francisco al momento de separarse.

Si lo sé. –Dijo Rosa.

Entonces, esto que pasó ¿qué significa? -Dijo contrariado Franco.

¿Me preguntas? -Dijo rosa.

Rosa, bueno…

…si, si tienes razón, si te quiero y demasiado, pero no podía decírtelo, mi viaje, mi…

Shhhh Rosa silencio a Franco.

No hables, olvídate de eso, solo ven a mí. -Término diciendo Rosita.

La beso con más pasión que nunca había sentido, el fresco del viento soplo, el sol se había ocultado por completo en el mar, las  nubes de un purpura rosáceo paso a un purpura oscuro, pronto todo eclipsó y lo que paso ahí, la oscuridad se encargo de ocultarlo.


Fin.


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