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04 febrero, 2012

CRONICA # 1


   Crónicas De Viaje
(Camaná)
Era un día jueves  el que tuve que viajar a la ciudad de Arequipa, no tenia mas pretensiones que realizar algunas diligencias allí y luego desviar mi regreso de Arequipa hacia Camaná, no recuerdo la última vez  que pise el  balneario de la Punta, un lugar triste después del terremoto y posterior salida de mar que dejo desolación y destrucción.
Antes previa coordinación me esperaba Samuel,  tenía en la cuidad de Camaná su casa a libre disposición mía para que llegue cuantas veces quisiera, pero por  miles de razones  nunca se podía, mi trabajo en muchas de ellas me lo impedían otras prefería pasarla en ¡La Esmeralda!, lugar de mi predilección.

¡Oh! Estar en Arequipa sentir su bullicio nuevamente  me ponía más atento a todo cambio a mi alrededor, la tranquilidad de mi atmosfera quedo atrás en los miles de kilómetros que recorrí, la diligencia que me amarraba la permanencia en la ciudad se alargo, pronto la lluvia comenzó a caer, como si la piedad a los desprotegidos y sin refugio no tuviese lugar, con sobria rapidez  se paso  el día jueves, algo útil en parte otro nefasto.

Presto para concluir los temas pendientes, a eso de las 10 A.M. me dirigí a la oficina del Sr. Marino, un hombre de regular estatura de espalda ancha y sonrisa maliciosa en su rostro.
-          Doctor, afuera se encuentra un caballero buscándolo, no tiene cita para hoy, es la misma persona que llamo por teléfono hace una hora; pero insiste y  dice que viene de parte del señor Fabiano Martínez. –dijo la secretaria.
Con voz imponente y fría contesto el Sr. Marino.
-          Que pase y… ¿ya me tienes listo los folios que le pedí? Recuerde que la audiencia es en un par de horas.
-          Estoy en eso señor; pero los licenciados aun no me envían todos los documentos para completar el caso sobre el juicio de fraude de la familia Pacheco y...
La interrumpió y despotrico contra la secretaria, la falta de paciencia del Sr. Marino y la desconsideración a su subordinada que tenía un desempeño eficaz, de pronto emano un sonoro grito ante una persona que solo cumplía con su trabajo lo mejor que podía, todo lo demás se le escapaba de las manos y aunque más gritos o injurias que despotricaba el maldecido, no se iba a agilizar la documentación y trámites pendientes ni un ápice.
La secretaria escucho los gritos del Sr. Marino: ¿QUÉ DICE? SABE QUE, SALGA, SALGA AHORA MISMO Y SOLUCIONE SUS PROBLEMAS, PERO ¡LOS FOLIOS LOS QUIERO YA! Y SUPONGO QUE EL INFORME SOBRE EL CASO REYES…
-          … joder pareciera que no supiese hacer su trabajo.
Lanzando adjetivos que la calificaban a la pobre de mediocre e incompetente al final.
En su rostro se notaba lo desencajada que estaba y antes de salir tomo un respiro como para serenarse un poco embozando su disgusto amargo luego de ser llamada mediocre e incompetente.
No paso mucho tiempo que, nuevamente la secretaria entraba en la oficina esta vez acompañada del joven que ignorante de lo ocurrido con anterioridad en el salón, paso sin más preocupación que los asuntos suyos, entro bosquejando una leve sonrisa.
-          Buenos días señor Marino.
Dijo el viajero; previa presentación de la secretaria la que se retiraba del salón y tras de ella se cerraban las puertas.
-          Hola querido amigo, llegas justo cuando se presentan problemillas, que jodido día, encima esta secretaria inútil que hace tiempo debí despedirla, no me tiene listo documentación importantísima para más tarde; pero tome asiento por favor, ¿En qué le puedo ser útil?
-          Gracias. Vera vengo de parte de mi tío Fabiano, me va a disculpar no es mi intención incomodar…
-          Lo sé querido amigo, la culpa no es suya, sino de los inútiles de estos empleaduchos de quinta que me joden la mañana. No se preocupe muchacho acostumbrado estoy a estas cosas, no por nada hace mucho deje de ser un neófito en asuntos del trabajo. Pero cuénteme, así que viene de parte de mi compadre Fabiano.
-          Cierto es Sr. Marino, me encargo que le diera esto personalmente.
Alcanzándole una carta. Este abriéndola con cierta curiosidad, leyendo y releyendo el contenido y luego de breves instantes agrego.
-          Bien muchacho muy interesante la carta, ¿nada más para entregarme?
-          No señor. ¡HA SÍ!, se me olvidaba, acá conmigo también traigo documentación extra.
-          Bueno, al parecer su tío esta intercediendo por Ud.
-          Así es, es sobre…
-          ¿Un trago? interrumpió el doctor.
Que parándose se dirigió hacia una pequeña estancia a lado de una pequeña biblioteca con libros sobre leyes, código civil, código penal, decretos supremos, normas legales, constitución, etc.
-          ¿Un whisky?
-          No, no gracias. No tomo. (Miente)
-          De lo que se pierde, acá tengo uno que me mando un estudiante; vera, enseño en la universidad y de una u otra forma “Me dan su Cariño”.
Sonriendo  tomo un sorbo del trago puro.
-          ¡Ah!  Muy bueno, al menos este brebaje me pone de buen humor pero es una pena que sea el último ahora tendré que esperar la conclusión de los cursos de verano donde siempre hay alumnos que no pueden superar mis exigencias como también “los amigos” futuros colegas que saben los gafes del oficio(y artimañas también) y querrán una ayudadita extra para aprobar la materia y para serte sincero yo les hago la vida de cuadritos para que sean responsables y cumplan, así serán  verdaderos profesionales, pero no me quejo si uno viene y  me da su cariño, algún valiente y nada  imbécil.
Lanzando una carcajada seca.
Regresando a la carta, es cierto que mi tío esta intercediendo por mí, es sobre…
Unos largos minutos de explicación pasaron.
-          .... y como verá, solo quisiera tramitar estos papeles lo mas antes posible, mi asunto me urge por las razones que le comente, además, ya tengo mi viaje programado pasado el meridiano  quisiera tener la certeza que una pronta resolución favorable obviamente para mí.
-          Padrino mejor no habrías podido encontrar, ese perro siete pulgas no lo veo hace siglos, su tío fue y es mi gran amigo, tanto años atrás desde la infancia, no te preocupes velare por el asunto tuyo y daré seguimiento, agilidad y buen término, aunque se puede hacer más rápido, en este caso se demorara, se va a demorar unos cuantos días, de repente una semana o un poquito más, tu sabes cómo son estas cosas; pero que, sale, sale no te preocupes mas sobrino.

-          Gracias señor, ya sabía yo que al ser amigo de mi tío, Ud. Tenía que ser una persona de lo más colaboradora, noble y solidaria.
-          ¿Y a donde se va querido Teobaldo?
-          Pues nada, me regreso nuevamente a la costa.
-          Oh privilegio que tiene usted, ya aquí muchos les gustaría salir de este manicomio, incluyéndome por supuesto.
Eso era mentira porque tenía las oportunidades para ir  pero las ganas de quedarse y fregar al que pudiese le gustaba más.
Unas carcajadas de parte del señor marino.
-          Vera  Teo, como deseo cambiar mi puesto, por regresar a la costa, sabes que yo pertenezco al mar, soy Marino de todos modos, amo el mar, vivo con el corazón desgarrado,  ya son 30 años dejos de mi gran pasión, sabes querido amigo, yo era uno de los mejores nadadores, pero de eso  data hace décadas atrás.
-          Me imagino señor.
-          No me llames señor, yo soy tu amigo Miguel Marino, tutéame, me haces sentir viejo  y no te preocupes por tus papeles, llamare a la secretaria y lo pondré en trámite al instante.
-          Gracias Sr. Miguel, sin su ayuda… perdón, sin tu ayuda miguel esto me tomaría un sin fin de idas y venidas para Arequipa, semanas y semanas.
-          Hasta meses diría yo pero para eso están los amigos, ¿verdad? Sentencio Marino.
-          ¡Cierto! –Dijo Teobaldo.
-          Me saludas al ingrato de tu tío Fabiano, dile  que venga a visitarme.(con su sonrisa maliciosa a flor de piel)
-          Adiós miguel que dios te bendiga, le mandare tus saludos a mi tío y deseo que pronto te encuentres con el mar.
-          No hay de que sobrino, un día de estos me daré una escapada, pero primero pateare ha estos burros sarta de inútiles del juzgado, que se olvidan de quién soy yo, soeces.

Poco tiempo después de salir del despacho, se ve a un Teobaldo aliviado, ahora al frente suyo esta la puerta del poder judicial que instantes antes acababa de salir, vestido medianamente formal, se miro totalmente aliviado por que el asunto que se había complicado de tal manera que no veía fin y ni  rayo de luz al final del túnel, se diluiría al fin, y no gracias a su abogado o mejor dicho ex abogado que con las pendejadas con las que operaba perjudico largamente a su cliente.
Llego a tal punto que la sabia recomendación de su tío lo salvaría y sacaría del fango en el cual se había metido, bueno a sapiencias nuestras, en el fango en el que lo metieron y sumado a la sanguijuela del ex abogado, este nunca hubiera podido salir.
El sol le dio en el rostro reflejado de la luna de un taxi, cegándolo al instante, pasado eso, bajo las gradas y solo camino algunos pocos metros, estaba ya en la plaza España, no se pudo resistir al ver una banca desocupada y bien provista por la sombra de un árbol de molle.
Estando allí lo embarga un sentimiento, de pronto abre su pequeño maletín de mano  y entre las hojas escondido esta un cuadernillo, lo saca, toma una pluma y cierra los ojos, al mismo tiempo lleva la mano Izquierda a su parietal, por un minuto da la impresión de que trata de sacar sus pensamientos, algo que desea desaguar en tinta sobre papel.
Muestra una sonrisa y una gran determinación al ver su mirada al abrir sus ojos. Mano derecha firme comienza a escribir.
Largamente escribiendo línea tras línea impasible en su andanada, la pluma que sin menguar movimiento sigue fiel el ritmo de la mano diestra de su poseedor. Después de varias comas, puntos apartes, punto seguido, abrir comillas y cerrar comillas, algunos borrones por algún lugar;   llega a un momento en que, de pronto pone el punto final a su breve aventura.
El sol arequipeño ataca como nunca, su  luminosidad al máximo, el calor insoportable bajo ella, el viajero a salvo en la sombra del árbol sentado en la banca, allí siente ese airecito frio que lo refresca.
El movimiento en la plaza es constante, personas van y vienen de un lugar a otro ininterrumpidamente, mas allá están los caballeros con sus viejas maquinas de escribir con clientes solicitando algún tipo de carta, solicitud o lo que fuera necesario y lo que pidiesen en el poder judicial, papeles y mas papeles. (Y… ¿las coimas? Y… ¿los arreglos bajo la mesa? ni que decir, eso me asía recordar la cita de hace media hora, llegar a las 10A.M. esperar con santa paciencia para una breve brecha y  me pueda atenderme el magistrado.)
Una pareja de ancianos se presento al frente mío, mi reflejo me impulso a pararme y cederles mi lugar acogedor, resguarde sido del sol, recibí un “gracias joven” al unísono el cual asentí con la cabeza en respuesta de conformidad, nuevamente bajo el sol me fije en la hora que marcaba mi reloj, ya cerca al meridiano entonces aproveche que estando allí y siendo aun temprano decidí visitar  a un amigo, la verdad que de no hacerlo será vano ya que solo pasando la plaza España y siguiendo la calle de San Pedro estaba su casa. Pues hacia allá me dirigí, pasando por la casa en donde nació y vivió María Nieves y Bustamante una escritora arequipeña que narro en sus distintas obras el coraje y lucha del arequipeño, y plasmaba en letra su valentía; esa mujer que vivió desde 1861 hasta sus últimos días en el que falleciera un 28 de octubre de 1947.
Una visita a mi amigo me caería bien para el alma después del tiempo de no ver y ni saber novedad alguna de Harold, me alegraba la idea de reencontrarme con viejas amistades, rostros grabados en mi memoria y en mi corazón.
Puerta cerrada y ventanas cerradas, era señal de que nadie había en casa, igualmente toque, volví a tocar el timbre, tenía la esperanza en que se abriera la puerta, pero pasados largos minutos, mas de los que cualquiera hubiera esperado y aun así nada de nada, toque por ultima ves como para que escuchen los fantasmas de la casona, me di media vuelta dispuesto a marcharme, dirigirme al hotel donde me había quedado, y  telefonear a mi amigo Samuel en Camaná teniendo su número en mi agenda telefónica, la que me había olvidado en la mañana sobre la mesa de noche de mi habitación una vez hecha la llamada a la secretaria del señor Marino.
Al primer paso logro escuchar un ¡Ya voy!, me doy media vuelta y espero, escucho como van sacando la varilla de fierro del otro lado de la puerta, sacar el picaporte y otros cerrojos de esa puerta imponente y antigua.
Se abre una hoja y ante mis ojos esta July.
-          Hola.
-          ¡Hola Teo que sorpresa amigacho!

July lanzándose a los brazos de Teobaldo, la alegría se dejaba notar, la sonrisa inmensa, Teo sorprendido y alegre.

-          Pasa por favor ¿Qué haces aquí?
-          Gracias eh
-          Sonso, que milagro el verte, ya no recuerdo cuando  fue la última vez que te vi. Dice July al mismo tiempo toman asiento en el hall.
-          ¡Sino!, creo fue hace como 3 años.
-          Sí, si cuando nos fuimos a acampar a la playa.
-          La vez en la que tu hermano se enamoro de Lia Proust una francesa de intercambio.
-          Ni me la menciones, esa era una  Chienne.
-          Tranquila, no dije nada.
-          Pobre de mi hermanito, tan ilusionado que estaba.
-          Era una buena amiga.
-          Hombre tenias que ser; claro como era una regalada y estuvo con todos los hombres del grupo.
-          Conmigo NO.
-          ¿Te creo?
-          ¡Qué cosa!, como osas  dudar de mi. (Con tono serio el cual no duro mucho tiempo) ¿Apropósito donde esta Harold? ¿Qué es de su vida?
-          Verdad se alegrara mucho el volverte a ver, no tarda en llegar esta en cursos de verano.
-          ¿Que aun esta estudiado?
-          Pues sí.
-          Vine a verlo.
-          A gracias, pensé que viniste por MÍ.
-          A TI TAMBIEN PUES (con cariño) y tu hermano se paso que piensa ¿Estar diez años en la universidad? Suave. Y pensar que casi me voy ¿Qué paso porque demoraste tanto?
-          Sapos al agua.
-          Cuenta pues.
-          Estaba tomando una ducha pues
-          Oh.
-          Ya había terminado cuando tocaste la primera vez.
-          Menos mal que me quede buen rato, te veo  bien, estas linda.
-          Gracias, pero no puedo decir lo mismo de ti, tu sabes que soy recontra sincera y las cosas las digo en la cara, pero me caes bien y eres simpático.
-          Gracias por lo que me toca.

La risa de la pareja era incesante, y solo se interrumpió al sentir el ruino de unas llaves y luego la puerta de entrada que se abría y cerraba. Y en medio del salón se encontraron los tres.

-          ¡Harold!
-          ¡Teobaldo!
-          ¡Imbécil!
-          ¡Marica!
-          Niños ustedes nunca cambian verdad. Expresó July

Se acercaron el uno al otro y se dieron un abrazo bien prolongado con las palmadas en la espalda en cada uno, su alma de Teo se alimentaba de ese momento,  su felicidad le hacía ver todo distinto, todo diferente, conocer gente nueva es muy bueno pero re encontrarte con los viejos amigos no tiene ni punto de comparación.

-          Antes que me digas nada, dejare mis cosas y nos iremos al centro, este reencuentro se merece una celebración. Dijo Harold
-          Me leíste la mente mi hermano. Agrego Teobaldo.
-          Y ¿yo? Dijo  July sintiéndose ignorada.
-          ¿Tú qué? dijo Harold en tono coloquial.
-          Tu también bienes. Agrego alegre Teobaldo.

No paso mucho tiempo en que los tres salieron de la casa, tomaron un taxi, al bajarse del mismo se encontraron con una plaza de armas arrebatada de gente, al frente de la catedral se encontraba armado un escenario, había música, personas vestidas con trajes típicos arequipeños, toda una algarabía, una tertulia que los tres solo vieron a la distancia, poco después entraron a un restaurante de los portales, el ala derecha para más exactitud.

-          ¿Habías venido aquí alguna vez? Dijo Harold
-          No, pero pase varias veces.
-          Tonto, que vamos a pedir, ya viene el mozo. Agrego July
-          Una cervezas, para el calor y celebrar el encuentro.
-          Magnifico.
-          ¿Que desean servirse los señores? Agrega el mozo al llegar a la mesa.
-          2 cuzqueñas bien heladas por favor.
-          ¿Algo más? Dice el mozo.
-          Por ahora no. Dice Harold
-          Al poco tiempo regresa el mozo
-          Servidos.

Y antes que se retire el MOZO, Teo pregunta.

-          ¿Qué es lo que se celebra o a que se debe la tertulia que hay en la plaza?
-          A vera, es que hoy se celebra el día del pisco peruano. Permiso. (pasa a retirarse el mozo)

Teo cuenta todo respecto a su viaje y el problemón en el que estaba, Harold sorprendido con tanta cosa que uno se encuentra en la vida, el cruce de las conversaciones era interminable y pues uno deposita la confianza en personas que al final resultan ser unas serpientes arrastradas y que solo existen para hacer el mal. Qué bueno el verte, me hacía falta esta medicina, entre tanto examen. Teo espero que nos visites más seguido. Son extractos de la conversación, luego de haber tomado 4 cervezas, y con el último brindis; por la salud, amistad y los buenos momentos. Dan por terminada la bebida, para dar comienzo a la comelona, todos piden una bandeja de chicharrones con zarza con su rocoto relleno alado.