Crónicas De
Viaje
(Camaná)
Era un día jueves
el que tuve que viajar a la ciudad de Arequipa,
no tenia mas pretensiones que realizar algunas diligencias allí y luego desviar
mi regreso de Arequipa hacia Camaná, no recuerdo la última vez que pise el
balneario de la Punta, un lugar triste después del terremoto y posterior
salida de mar que dejo desolación y destrucción.
Antes previa
coordinación me esperaba Samuel, tenía
en la cuidad de Camaná su casa a libre disposición mía para que llegue cuantas
veces quisiera, pero por miles de
razones nunca se podía, mi trabajo en
muchas de ellas me lo impedían otras prefería pasarla en ¡La Esmeralda!, lugar
de mi predilección.
¡Oh! Estar en Arequipa
sentir su bullicio nuevamente me ponía más
atento a todo cambio a mi alrededor, la tranquilidad de mi atmosfera quedo
atrás en los miles de kilómetros que recorrí, la diligencia que me amarraba la
permanencia en la ciudad se alargo, pronto la lluvia comenzó a caer, como si la
piedad a los desprotegidos y sin refugio no tuviese lugar, con sobria rapidez se paso
el día jueves, algo útil en parte otro nefasto.
Presto para
concluir los temas pendientes, a eso de las 10 A.M. me dirigí a la oficina del Sr.
Marino, un hombre de regular estatura de espalda ancha y sonrisa maliciosa en
su rostro.
-
Doctor, afuera se encuentra
un caballero buscándolo, no tiene cita para hoy, es la misma persona que llamo
por teléfono hace una hora; pero insiste y dice que viene de parte del señor Fabiano
Martínez. –dijo la secretaria.
Con voz
imponente y fría contesto el Sr. Marino.
-
Que pase y… ¿ya me tienes
listo los folios que le pedí? Recuerde que la audiencia es en un par de horas.
-
Estoy en eso señor; pero los
licenciados aun no me envían todos los documentos para completar el caso sobre
el juicio de fraude de la familia Pacheco y...
La interrumpió
y despotrico contra la secretaria, la falta de paciencia del Sr. Marino y la
desconsideración a su subordinada que tenía un desempeño eficaz, de pronto emano
un sonoro grito ante una persona que solo cumplía con su trabajo lo mejor que
podía, todo lo demás se le escapaba de las manos y aunque más gritos o injurias
que despotricaba el maldecido, no se iba a agilizar la documentación y trámites
pendientes ni un ápice.
La secretaria
escucho los gritos del Sr. Marino: ¿QUÉ DICE? SABE QUE, SALGA, SALGA AHORA
MISMO Y SOLUCIONE SUS PROBLEMAS, PERO ¡LOS FOLIOS LOS QUIERO YA! Y SUPONGO QUE
EL INFORME SOBRE EL CASO REYES…
-
… joder pareciera que no
supiese hacer su trabajo.
Lanzando
adjetivos que la calificaban a la pobre de mediocre e incompetente al final.
En su rostro
se notaba lo desencajada que estaba y antes de salir tomo un respiro como para
serenarse un poco embozando su disgusto amargo luego de ser llamada mediocre e incompetente.
No paso mucho tiempo
que, nuevamente la secretaria entraba en la oficina esta vez acompañada del joven
que ignorante de lo ocurrido con anterioridad en el salón, paso sin más preocupación
que los asuntos suyos, entro bosquejando una leve sonrisa.
-
Buenos días señor Marino.
Dijo el
viajero; previa presentación de la secretaria la que se retiraba del salón y
tras de ella se cerraban las puertas.
-
Hola querido amigo, llegas
justo cuando se presentan problemillas, que jodido día, encima esta secretaria
inútil que hace tiempo debí despedirla, no me tiene listo documentación
importantísima para más tarde; pero tome asiento por favor, ¿En qué le puedo
ser útil?
-
Gracias. Vera vengo de parte de
mi tío Fabiano, me va a disculpar no es mi intención incomodar…
-
Lo sé querido amigo, la culpa
no es suya, sino de los inútiles de estos empleaduchos de quinta que me joden
la mañana. No se preocupe muchacho acostumbrado estoy a estas cosas, no por
nada hace mucho deje de ser un neófito en asuntos del trabajo. Pero cuénteme,
así que viene de parte de mi compadre Fabiano.
-
Cierto es Sr. Marino, me
encargo que le diera esto personalmente.
Alcanzándole
una carta. Este abriéndola con cierta curiosidad, leyendo y releyendo el
contenido y luego de breves instantes agrego.
-
Bien muchacho muy interesante
la carta, ¿nada más para entregarme?
-
No señor. ¡HA SÍ!, se me
olvidaba, acá conmigo también traigo documentación extra.
-
Bueno, al parecer su tío esta
intercediendo por Ud.
-
Así es, es sobre…
-
¿Un trago? interrumpió el
doctor.
Que parándose
se dirigió hacia una pequeña estancia a lado de una pequeña biblioteca con
libros sobre leyes, código civil, código penal, decretos supremos, normas
legales, constitución, etc.
-
¿Un whisky?
-
No, no gracias. No tomo.
(Miente)
-
De lo que se pierde, acá
tengo uno que me mando un estudiante; vera, enseño en la universidad y de una u
otra forma “Me dan su Cariño”.
Sonriendo tomo un sorbo del trago puro.
-
¡Ah! Muy bueno, al menos este brebaje me pone de
buen humor pero es una pena que sea el último ahora tendré que esperar la
conclusión de los cursos de verano donde siempre hay alumnos que no pueden
superar mis exigencias como también “los amigos” futuros colegas que saben los
gafes del oficio(y artimañas también) y querrán una ayudadita extra para
aprobar la materia y para serte sincero yo les hago la vida de cuadritos para
que sean responsables y cumplan, así serán verdaderos profesionales, pero no me quejo si
uno viene y me da su cariño, algún valiente y
nada imbécil.
Lanzando una
carcajada seca.
Regresando a
la carta, es cierto que mi tío esta intercediendo por mí, es sobre…
Unos largos
minutos de explicación pasaron.
-
.... y como verá, solo
quisiera tramitar estos papeles lo mas antes posible, mi asunto me urge por las
razones que le comente, además, ya tengo mi viaje programado pasado el
meridiano quisiera tener la certeza que
una pronta resolución favorable obviamente para mí.
-
Padrino mejor no habrías podido
encontrar, ese perro siete pulgas no lo veo hace siglos, su tío fue y es mi
gran amigo, tanto años atrás desde la infancia, no te preocupes velare por el
asunto tuyo y daré seguimiento, agilidad y buen término, aunque se puede hacer más
rápido, en este caso se demorara, se va a demorar unos cuantos días, de repente
una semana o un poquito más, tu sabes cómo son estas cosas; pero que, sale,
sale no te preocupes mas sobrino.
-
Gracias señor, ya sabía yo
que al ser amigo de mi tío, Ud. Tenía que ser una persona de lo más
colaboradora, noble y solidaria.
-
¿Y a donde se va querido
Teobaldo?
-
Pues nada, me regreso
nuevamente a la costa.
-
Oh privilegio que tiene
usted, ya aquí muchos les gustaría salir de este manicomio, incluyéndome por
supuesto.
Eso era mentira
porque tenía las oportunidades para ir
pero las ganas de quedarse y fregar al que pudiese le gustaba más.
Unas
carcajadas de parte del señor marino.
-
Vera Teo, como deseo cambiar mi puesto, por
regresar a la costa, sabes que yo pertenezco al mar, soy Marino de todos modos,
amo el mar, vivo con el corazón desgarrado,
ya son 30 años dejos de mi gran pasión, sabes querido amigo, yo era uno
de los mejores nadadores, pero de eso
data hace décadas atrás.
-
Me imagino señor.
-
No me llames señor, yo soy tu
amigo Miguel Marino, tutéame, me haces sentir viejo y no te preocupes por tus papeles, llamare a
la secretaria y lo pondré en trámite al instante.
-
Gracias Sr. Miguel, sin su
ayuda… perdón, sin tu ayuda miguel esto me tomaría un sin fin de idas y venidas
para Arequipa, semanas y semanas.
-
Hasta meses diría yo pero
para eso están los amigos, ¿verdad? Sentencio Marino.
-
¡Cierto! –Dijo Teobaldo.
-
Me saludas al ingrato de tu tío
Fabiano, dile que venga a visitarme.(con
su sonrisa maliciosa a flor de piel)
-
Adiós miguel que dios te
bendiga, le mandare tus saludos a mi tío y deseo que pronto te encuentres con
el mar.
-
No hay de que sobrino, un día
de estos me daré una escapada, pero primero pateare ha estos burros sarta de inútiles
del juzgado, que se olvidan de quién soy yo, soeces.
Poco tiempo
después de salir del despacho, se ve a un Teobaldo aliviado, ahora al frente
suyo esta la puerta del poder judicial que instantes antes acababa de salir, vestido
medianamente formal, se miro totalmente aliviado por que el asunto que se había
complicado de tal manera que no veía fin y ni
rayo de luz al final del túnel, se diluiría al fin, y no gracias a su
abogado o mejor dicho ex abogado que con las pendejadas con las que operaba
perjudico largamente a su cliente.
Llego a tal
punto que la sabia recomendación de su tío lo salvaría y sacaría del fango en
el cual se había metido, bueno a sapiencias nuestras, en el fango en el que lo
metieron y sumado a la sanguijuela del ex abogado, este nunca hubiera podido
salir.
El sol le dio
en el rostro reflejado de la luna de un taxi, cegándolo al instante, pasado eso,
bajo las gradas y solo camino algunos pocos metros, estaba ya en la plaza
España, no se pudo resistir al ver una banca desocupada y bien provista por la
sombra de un árbol de molle.
Estando allí
lo embarga un sentimiento, de pronto abre su pequeño maletín de mano y entre las hojas escondido esta un
cuadernillo, lo saca, toma una pluma y cierra los ojos, al mismo tiempo lleva
la mano Izquierda a su parietal, por un minuto da la impresión de que trata de
sacar sus pensamientos, algo que desea desaguar en tinta sobre papel.
Muestra una
sonrisa y una gran determinación al ver su mirada al abrir sus ojos. Mano
derecha firme comienza a escribir.
Largamente
escribiendo línea tras línea impasible en su andanada, la pluma que sin menguar
movimiento sigue fiel el ritmo de la mano diestra de su poseedor. Después de
varias comas, puntos apartes, punto seguido, abrir comillas y cerrar comillas,
algunos borrones por algún lugar; llega
a un momento en que, de pronto pone el punto final a su breve aventura.
El sol
arequipeño ataca como nunca, su
luminosidad al máximo, el calor insoportable bajo ella, el viajero a
salvo en la sombra del árbol sentado en la banca, allí siente ese airecito frio
que lo refresca.
El movimiento
en la plaza es constante, personas van y vienen de un lugar a otro
ininterrumpidamente, mas allá están los caballeros con sus viejas maquinas de
escribir con clientes solicitando algún tipo de carta, solicitud o lo que fuera
necesario y lo que pidiesen en el poder judicial, papeles y mas papeles. (Y…
¿las coimas? Y… ¿los arreglos bajo la mesa? ni que decir, eso me asía recordar
la cita de hace media hora, llegar a las 10A.M. esperar con santa paciencia
para una breve brecha y me pueda atenderme
el magistrado.)
Una pareja de
ancianos se presento al frente mío, mi reflejo me impulso a pararme y cederles
mi lugar acogedor, resguarde sido del sol, recibí un “gracias joven” al unísono
el cual asentí con la cabeza en respuesta de conformidad, nuevamente bajo el
sol me fije en la hora que marcaba mi reloj, ya cerca al meridiano entonces
aproveche que estando allí y siendo aun temprano decidí visitar a un amigo, la verdad que de no hacerlo será
vano ya que solo pasando la plaza España y siguiendo la calle de San Pedro
estaba su casa. Pues hacia allá me dirigí, pasando por la casa en donde nació y
vivió María Nieves y Bustamante una escritora arequipeña que narro en sus
distintas obras el coraje y lucha del arequipeño, y plasmaba en letra su
valentía; esa mujer que vivió desde 1861 hasta sus últimos días en el que
falleciera un 28 de octubre de 1947.
Una visita a
mi amigo me caería bien para el alma después del tiempo de no ver y ni saber novedad
alguna de Harold, me alegraba la idea de reencontrarme con viejas amistades,
rostros grabados en mi memoria y en mi corazón.
Puerta cerrada
y ventanas cerradas, era señal de que nadie había en casa, igualmente toque,
volví a tocar el timbre, tenía la esperanza en que se abriera la puerta, pero
pasados largos minutos, mas de los que cualquiera hubiera esperado y aun así
nada de nada, toque por ultima ves como para que escuchen los fantasmas de la
casona, me di media vuelta dispuesto a marcharme, dirigirme al hotel donde me
había quedado, y telefonear a mi amigo
Samuel en Camaná teniendo su número en mi agenda telefónica, la que me había
olvidado en la mañana sobre la mesa de noche de mi habitación una vez hecha la
llamada a la secretaria del señor Marino.
Al primer paso
logro escuchar un ¡Ya voy!, me doy media vuelta y espero, escucho como van
sacando la varilla de fierro del otro lado de la puerta, sacar el picaporte y
otros cerrojos de esa puerta imponente y antigua.
Se abre una
hoja y ante mis ojos esta July.
-
Hola.
-
¡Hola Teo que sorpresa
amigacho!
July lanzándose a los brazos de Teobaldo, la
alegría se dejaba notar, la sonrisa inmensa, Teo sorprendido y alegre.
-
Pasa por favor ¿Qué haces aquí?
-
Gracias eh
-
Sonso, que milagro el verte,
ya no recuerdo cuando fue la última vez
que te vi. Dice July al mismo tiempo toman asiento en el hall.
-
¡Sino!, creo fue hace como 3
años.
-
Sí, si cuando nos fuimos a
acampar a la playa.
-
La vez en la que tu hermano
se enamoro de Lia Proust una francesa de intercambio.
-
Ni me la menciones, esa era
una Chienne.
-
Tranquila, no dije nada.
-
Pobre de mi hermanito, tan
ilusionado que estaba.
-
Era una buena amiga.
-
Hombre tenias que ser; claro
como era una regalada y estuvo con todos los hombres del grupo.
-
Conmigo NO.
-
¿Te creo?
-
¡Qué cosa!, como osas dudar de mi. (Con tono serio el cual no duro
mucho tiempo) ¿Apropósito donde esta Harold? ¿Qué es de su vida?
-
Verdad se alegrara mucho el
volverte a ver, no tarda en llegar esta en cursos de verano.
-
¿Que aun esta estudiado?
-
Pues sí.
-
Vine a verlo.
-
A gracias, pensé que viniste
por MÍ.
-
A TI TAMBIEN PUES (con
cariño) y tu hermano se paso que piensa ¿Estar diez años en la universidad?
Suave. Y pensar que casi me voy ¿Qué paso porque demoraste tanto?
-
Sapos al agua.
-
Cuenta pues.
-
Estaba tomando una ducha pues
-
Oh.
-
Ya había terminado cuando
tocaste la primera vez.
-
Menos mal que me quede buen
rato, te veo bien, estas linda.
-
Gracias, pero no puedo decir
lo mismo de ti, tu sabes que soy recontra sincera y las cosas las digo en la
cara, pero me caes bien y eres simpático.
-
Gracias por lo que me toca.
La risa de la pareja era incesante, y solo se
interrumpió al sentir el ruino de unas llaves y luego la puerta de entrada que se
abría y cerraba. Y en medio del salón se encontraron los tres.
-
¡Harold!
-
¡Teobaldo!
-
¡Imbécil!
-
¡Marica!
-
Niños ustedes nunca cambian
verdad. Expresó July
Se acercaron el uno al otro y se dieron un abrazo bien
prolongado con las palmadas en la espalda en cada uno, su alma de Teo se
alimentaba de ese momento, su felicidad
le hacía ver todo distinto, todo diferente, conocer gente nueva es muy bueno
pero re encontrarte con los viejos amigos no tiene ni punto de comparación.
-
Antes que me digas nada,
dejare mis cosas y nos iremos al centro, este reencuentro se merece una
celebración. Dijo Harold
-
Me leíste la mente mi
hermano. Agrego Teobaldo.
-
Y ¿yo? Dijo July sintiéndose ignorada.
-
¿Tú qué? dijo Harold en tono
coloquial.
-
Tu también bienes. Agrego
alegre Teobaldo.
No paso mucho tiempo en que los tres salieron de la
casa, tomaron un taxi, al bajarse del mismo se encontraron con una plaza de
armas arrebatada de gente, al frente de la catedral se encontraba armado un
escenario, había música, personas vestidas con trajes típicos arequipeños, toda
una algarabía, una tertulia que los tres solo vieron a la distancia, poco
después entraron a un restaurante de los portales, el ala derecha para más
exactitud.
-
¿Habías venido aquí alguna
vez? Dijo Harold
-
No, pero pase varias veces.
-
Tonto, que vamos a pedir, ya
viene el mozo. Agrego July
-
Una cervezas, para el calor y
celebrar el encuentro.
-
Magnifico.
-
¿Que desean servirse los
señores? Agrega el mozo al llegar a la mesa.
-
2 cuzqueñas bien heladas por
favor.
-
¿Algo más? Dice el mozo.
-
Por ahora no. Dice Harold
-
Al poco tiempo regresa el
mozo
-
Servidos.
Y antes que se retire el MOZO, Teo pregunta.
-
¿Qué es lo que se celebra o a
que se debe la tertulia que hay en la plaza?
-
A vera, es que hoy se celebra
el día del pisco peruano. Permiso. (pasa a retirarse el mozo)
Teo cuenta todo respecto a su viaje y el problemón
en el que estaba, Harold sorprendido con tanta cosa que uno se encuentra en la
vida, el cruce de las conversaciones era interminable y pues uno deposita la
confianza en personas que al final resultan ser unas serpientes arrastradas y
que solo existen para hacer el mal. Qué bueno el verte, me hacía falta esta
medicina, entre tanto examen. Teo espero que nos visites más seguido. Son extractos
de la conversación, luego de haber tomado 4 cervezas, y con el último brindis;
por la salud, amistad y los buenos momentos. Dan por terminada la bebida, para
dar comienzo a la comelona, todos piden una bandeja de chicharrones con zarza
con su rocoto relleno alado.