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24 octubre, 2011

SENTIRTE


FELICIDAD!!! Es algo intangible, pero que si lo tienes te cambia, te cambia el animo. no es un estado en si. Es algo en el cual una persona puede SENTIR cuando ocurre un evento o eventos sucesivos que en su clímax te hacen concebir un sentimiento único de bienestar, de calidez, conformidad, añoranza, sentimiento UNICO  DE PAZ, blancura, y es que digo blancura porque la felicidad ideal es en la que deseas compartir tu alegría por ese momento casi único e irrepetible, abra otros momentos, otras instancias en donde uno evocara ese sentimiento nuevamente, eso es lo ideal y muchas más veces mejor, pues en el mundo se vino para ser feliz no para vivir con tristeza.

saben una cosa, sé que es ser  feliz, me cruce algunas veces con la felicidad y quiero decir que me gusto mucho, es algo que te envuelve y uno desea ser adicto a ella, mas conseguirla es difícil, no imposible pero se logra con esfuerzo, dedicación, afán, y llega en momentos a veces difíciles, te llenan de una vitalidad inagotable.

felicidad!!, alguna vez quisiera ser feliz todos los días, alguna vez quisiera que esa sombra no este ahí, que todo sea...  pero, sentir esa felicidad que alimenta la vida y la fortalece se ve sombreada por ese árbol Pútrido que envuelve con sus raíces y te absorben toda pisca de ese sentimiento, ese estado, esa gracia.

Siento felicidad pero de pronto me viene el recuerdo, me invade el pensamiento, ¿como he de estar feliz, mientras que otra persona está sufriendo? se repite en in interior, me mata, me ahoga el sentimiento como si fuese un ególatra, desconsiderado y egoísta, no tengo la culpa pero como si toda en absoluta fuese mía, como vivir así, como querer volver tener la felicidad, pero la deseo; la deseo; pero, para esa criatura que huérfano de ella esta y no para mi.

la frase de "no dejes que te afecte lo que no puedes resolver", me enseña y trata de cambiar mi pensamiento en que si alguien no es feliz o alguna cosa inmanejable, no dejes que te perjudique tu vida, no tejes que pase a ser el centro de tu existir, a que te pudra, a que te envuelva en la sombra, sino que más bien mantente en la luz, en la felicidad para que de esa manera seas fuerte para combatir lo nefasto, lo Pútrido, lo malo.

Pero como no dejarse afectar, es como dar la espalda a tu naturaleza de ser humano, es como traicionarse asi mismo y a quienes tienen esperanzas en ti...

vive con toda la voluntad posible, busca la felicidad, ayuda al necesitado, y si fracasas en algunos casos, que la tristeza no te llene y te consuma, pues así es la vida dura y sin regalos gratis, ni cosas  fáciles, lucha y se mejor, que la FELICIDAD  esta a la vuelta de la esquina.

(El miedo a ser feliz y que se esfume esta ahí).

termino de leer, cerro el libro y le dijo-- muchacho no estes tristes, tu no tienes la culpa del accidente, no tienes la culpa de vivir tu y ella no, ¿hasta cuando estaras asi? ya han pasado 6 años, entierra el pasado, sale, diviertete,  vuelve a vivir, no pierdas tu vida.

mi vida termino ese dia padre, no consivo la idea de seguir aqui, me duele  respirar, me  entristese que ella no lo pueda hacer, mi primavera se fue ese dia... 

te contare una historia, escúchame con atencion y al concluir no volvere a tocar el tema nunca mas.

" LA VIDA, UN VERANO"

09 octubre, 2011

A MIS AMIGOS DE INFANCIA


Amigos del ayer, hoy y siempre.

Uno recuerda los años trascurridos y muchas cosas que se vivieron se perdieron para siempre, la memoria no puede recuperar tantas cosas que me nutrieron, formaron y otras en las que me aventure, pero algunas cosas perduraran para siempre, como lo es, los amigos que uno fue conociendo es esta efímera vida.

Un día me detuve de mi rutinal trajín, era un día de febrero, con una calor insoportable a la que ya conocida, no sé porque pero presentí  algo venir, ese calor al que tantos años me había acostumbrado desde que fui a dar a esa ciudad de pronto me era irrelevante y algo estoico, mi cuerpo se entumeció, la temperatura de mi cuerpo bajo abruptamente, estaba helado, sentí un aire  finísimo y frio chocar contra mí, de pronto me petrifique en una milésima de segundo; un dolor punzante y lacerante, era como si me quisieran sacar el corazón del pecho a tajo abierto, mas mi cuerpo recibió otro relámpago que pego en mi medula, un estirón que llego hasta el cerebelo, dolor, maldito dolor, mil agujas parecía traspasarme, mi corazón ha punto de colapsar a tal sometimiento, me mire pálido, sin aire y temblando todo eso en medio segundo, en el restante del segundo fue cuando caí de rodillas, mis brazos estirados contra el piso, apoyándome para no terminar de caer totalmente.

Un brazo lleve a mi pecho, mande un golpe a puro reflejo, nada, el miedo se asomo y poseyó, mis ojos se empaparon del jugo lacrimal, se nublo mi mirada, mi ojo izquierdo desaguo y la lágrima recorrió mi rostro maltratado. ¿Este es mi fin?, ¿Así terminare?, esas preguntas cruzaron mi mente para de pronto desaparecer, otro dolor al pecho me nublo de todo pensamiento racional, este ultimo recorrió hasta mis entrañas. Que le pasaba a mi cuerpo, ya no podía sentir el brazo izquierdo que termino cayendo, no podía  mover la extremidad, adormecida por mal indescifrable.

Ya  a punto de caer vi una luz y de pronto como sacando algo dentro mío, tosí, inhalé lo más posible y volví a toser, respire una bocanada de aire y se me hincho el pecho, y comencé a toser repetidas veces como tratar de exorcizar lo que tenia dentro; sometido al extremo mi diafragma se esforzada por cada inhalación y exhalación que daba; mi vena del cuello  quería reventar por tal presión que ejercía, la fuerza  a ese impulso de toser avanzaba cada vez mas. Todo se focalizo ahora a un dolor en los pulmones, me dolía respirar, mas mi instinto me decía no dejes de respirar por mas grande sea el dolor.

Fueron los minutos más tensos de mi jodida vida, los minutos  en los cuales me parecieron una eternidad, el dolor de mis pulmones neutralizo lentamente al de mi corazón, mi cabeza parecía reventar, tocia forzosamente, de mi palidez de principio se trasformo en rojo vivo, tenía el rostro empapado de sudor, lagrimas y con la sangre hirviendo. Di un respiro prolongado y exhale ya no con la imperiosidad de respirar nuevamente, esta ves fue como expulsando algo.

Mis pulmones quedaron con cero oxigeno, reaccione de pronto y recordé  que tenía que respirar, mi respiración algo quebrada, me hacia aprensión en las circunstancias que había atravesado. Arrodillado en el cuarto de baño, me quede inmóvil, taciturno, respirando; y tosiendo  de vez en cuando.

Paso algo de 10 minutos que viéndome en el suelo reaccione y trate de levantarme, mi incorporación parecía una empresa muy complicada, todas mis extremidades parecían indiferentes a mis órdenes, no hice nada, me quede otro momento ahí. Con mi mente en blanco, como tratando de olvidar tal episodio tan inverosímil.

Mi reacción al asombro del episodio que acababa de vivir y experimentar me forzaron a la incorporación de mi cuerpo, pesadamente incorpore una pierna apoyándome en la pared y agarrándome de la manija de la puerta del baño, termine de pie, y di un paso y de pronto  percibí la próxima caída, atine a abalanzándome y llegue a apoyarme en el lavamanos, con mi rostro mirando hacia abajo, pase largo tiempo sin notarlo.

Mi agonía tuvo término favorable, mire mis manos, el movimiento de mis dedos, empuñándolos me dio un sentimiento de coraje, levante la mirada y me encontré con un extraño, alguien que no conocía, analice ese rostro y que dio sensación de frio nuevamente. Frente mío un espejo, que sin mentir reflejo mi triste aspecto, un aspecto para más lamentable que no me había reconocido.

Ese espejo que lo analice como que viendo si era verdad o era la imaginación o una mala pasada de mis ojos gastados ya por los años. Reflejada la imagen en la que en detalle simplemente mostraba a una persona centenaria, con arrugas por doquier, una calvicie notoria, resaltante líneas de expresión, la mirada desubicada, mojado por sudor y lágrimas; y una respiración agitada.

Abrí el caño del agua y me moje el rostro viejo, volví a verme en el espejo y era el mismo rostro, esta vez mis ojos miraban distintos, percibí algo diferente, al respirar sentí como que si nunca lo hubiera hecho realmente. Mis ojos comenzaron a arderme, se  sentían cansados y como si me hubiesen dado una paliza de madre mía.

Con mayor fuerza de las que disponía minutos antes, Salí del cuarto de lavado, recorrí el pasillo largo hacia mi cuarto, lentamente avanzaba como si el fútil viento me parase, como si recién eran mis primeros pasos, llegue a la puerta de mi habitación, abrí la puerta en su totalidad y penetre en mi recinto mas privado.

-El cuarto de un viejo que, en su interior conservaba sus  más preciadas reliquias de vida. Tan cálida por la estación veraniega con amplias ventanas las mismas que alimentaban de aire fresco, que aplacaban el ambiente y lo hacían más agradable. Aficionado a las estampitas, mostraba un cuadro con las más especiales, las mismas que obtuvo en sus viajes por distintos países. Un escritorio con documentos por doquier, un par de sillones para alguna visita,  un estante con libros viejos, y cuadros de fotografías de antaño.

Entre a mi cuarto, se me hacía necesaria mi partida al hospital, otro episodio así y seria fulminante, torpemente me desvestí la ropa de dormir, en la cama tendida ya estaba mi ropa de diario, lista poco después de haberme levantado.
La imagen de mi rostro se me vino a la mente, la vejez me había alcanzado o yo recién la había percibido, no era el mismo,  tropecé con uno de mis sillones, al tratar de moverlo  las fuerzas me fallaron, caí en la cuenta que hace años que permanecieron en el mismo lugar, ganando peso con el polvo filtrado por las rendijas de la puerta y ventana, eso era una falia, la cual quería creer, la verdad es que no tenía la juventud, la vitalidad y la fuerza, la confianza  a mí mismo se fue, ya no era poseedor de la fuerza hercúlea de la que era orgulloso.

Me propuse a no pensar en el suceso, sentado ya en la cama de roble, amplia y con un colchón suave; con los pantalones puestos, ahora tratando de ajustar los amarres de los mocasines. Me levante vi la camisa que escogí en la mañana y no me agrado, entonces mi mirada se fijo en mi guarda ropa empotrada en la pared, era grande, con dos puestas desplegables a direcciones contrarias, desvié la mirada y vi mi cuadro de estampitas, mis favoritas, la primera era del Perú, en su imagen mostraba un imponente buque militar en el mar peruano, con la inscripción que decía Miguel Grau, otra de Italia con la torre Pisa, Francia con su torre Eiffel, las de Egipto con sus pirámides, Brasil con su Cristo redentor y otras de centro América y medio oriente, conservando un gran cariño mas por las aventuras que pase en esos países que por otras cosas, casi todas con fechas de 1956 a 1960, fueron mis años los cuales pude realizar uno de mis tantos sueños, este realizable otros inimaginables para hacerlos en una, de repente en dos o tres vidas, pero soñar era vivir y sin sueños nada hubiera podido realizar.

-Cambiar de una camisa a otra parecía nada del otro mundo pero ese viejo, lleno de experiencia y penas se distrajo nuevamente y miro la parte del tiempo en la pared.

Mire los cuadros con las fotografías, esas que mi mente se esforzaba por darles color, una a una, comencé fisgonear como que de otras personas fuera. Me vi en los brazos de mi madre al ser bebe, otra en un cumpleaños con mi sombrerito de cono, un retrato hecho a mano del rostro de mi madre en sus veinte primaveras, que bella fue. Otra con mis compañeros de media, la examine y comencé a invocar sus recuerdos, el primero de los cinco que estaba parado se me hacia extraño, gordito con un aire a alemán, recordando solo me vino el recuerdo de sus hermanas, bellas y muy traviesas; el siguiente de tez trigueña, alto como jirafa, era Mateo, solo lo conocí cuatro años, los últimos cuatro de la media, poco después a su padre lo nombraron embajador en España, murió hace ya unos años atrás, rodeado de su familia, que bueno fue.

El siguiente era yo, con mi camisa de colegial sobre salida, peinado desaliñado, con mis 16 años, abrazando a Carmencita, la rubia, salpicada su rostro con pecas muy sutilmente y por ultimo su hermano gemelo, Carmelo, este  ultimo parecía un jitomate por lo colorado que era y las pecas que de ser algo bello en su hermana, para él que tenia por doquier era como si estuviera mosqueado, con su geta sobre proporcionada, era feo.

Otra foto con los compañeros de universidad, otra con mis profesores, otra al graduarme y convertirme en un licenciado. Otra foto en…

Un mareo se presento de pronto, esos minutos  retrocediendo en el tiempo, me fatigo la mente,  solo cerré los ojos, esperando que el mareo se me pase, pidiendo a mi cuerpo que se recomponga, abrí los ojos y recordé que tenía que ir al médico, me pare justo en el medio del guarda ropa, el mareo paso y con las dos manos abrí sus puertas de par en par, de pronto una avalancha se me vino encima, camisas, sacos, ternos y cajas que estaban dentro del guarda ropa, esquive algunos, otros me fue imposible contener, cajas con cuadros, fotos, medallas, trofeos, se vino abajo.

Lo que tenía en los brazos lo puse sobre uno de los sillones, maldiciendo mi suerte, desganado y con fatiga puse uno a uno, cuadros, títulos, diplomas, medallas, reconocimientos. De pronto divise un álbum que no veía desde que me case, ahora viudo y solo, me interese por él y lo atraje hacia mí el álbum, en portada, el titulo decía “A MIS AMIGOS DE INFANCIA”, lo tome con añoranza y lo abrí y de pronto me vi a los 5 años en mi primer día de jardín, llorando por no querer despegarme de mi madre. Esa foto me aclaro la mente vieja y era como la llave a mis más remotos recuerdos, ese día me porte como un total rebelde, una sonrisa melancólica se dibujó en mi labios, estos últimos sintiendo ese estimulo que ya no recordaba.

Paso una semana y cada vez que mi madre me dejaba en el jardín le decía ya puedes irte, tan pequeño y me sentía independiente, entre al salón y ahí parada estaba mi profesora  Gabriela o miss Gaby, me senté en mi sillita y rápidamente vinieron a mi lado mis primeros amigos, Ignacio y Javier.  En la siguiente foto nos veíamos los tres en una obra de teatro, que cómico, aunque no se apreciaba muy bien la imagen por la calidad de cámara fotográfica de esos tiempos, era como si hubiera sido ayer, otra foto un 28 de julio en la plaza mayor, yo con mis 7 años vestido de el libertador Don José de san Martin, con mis generales (Ignacio y Javier) y la bella madre patria que era mi amiga, Isabel.

Estando ya casi a mitad del álbum, me llamo la atención una fotografía, no era mi casa, se veía una torta, unos vasitos con chocolate y otros con gaseosa, yo con mi sonrisa casuta, mi amigo Javier, su mama y su hermano mayor.

Esta fotografía, me llevo hasta ese día 8 de octubre, en el cual estaba en la casa de mi amigo, haciendo la tarea que nos dejó la profesora Betty, realizamos los ejercicios de matemática, los dibujos del curso de arte, eran ya las 4 de la tarde y era hora de las obligaciones de mi amigo, el dar agua a las vacas y mudarlas de lugar para que coman en los alfalfares.
Su hermano mayor se encargaba de los toros, yo ayudaba a Javier con los becerritos, y una que otra vaca, se dejaban llegar hasta su alimento despreocupadas de conseguir el que comer. Terminada la tarea, nos pusimos a jugar pelota, a trepar árboles frutales y comer sus frutos ahí mismos.

Se ponía el sol y la tarde  llegaba a su término, su madre nos llamo del interior de la casa huerta, y al instante bajamos del árbol de pacay, nos mando a ordenar nuestros útiles, cuadernos, colores y todo sobre la mesa, una vez terminada, y con la oscuridad de la noche, apareció su madre, entre sus brazos una torta y cantando feliz cumpleaños Javier… - todos nos unimos al canto, su hermano, primos que llegaron y su padre, compartimos de la torta y gaseosa, era su cumpleaños y yo no tenía ningún regalo, le di mis disculpas y él a su corta edad solo alcanzo a decirme, gracias tu regalo es tu amistad y estar hoy aquí.

En una siguiente foto supe de inmediato las circunstancias de la misma, era la captura del momento después de mi estupidez, quedó inmortalizada en esa imagen, la cual saque del álbum, entre mis manos la sostenía, unos 10 años de edad más o menos. Era hora del recreo, salimos disparados de la jaula que eran las clases de la profesora Betty cuando nos enseñaba literatura.

La escuelita con las puertas  traseras abiertas de par en par, daban hacia la gruta de la virgen del Carmen, santa patrona de la escuela y la hermosa campiña con sus chacras, los olivos a la fija de distintos tamaños, entonces junto a mis hermanos, Ignacio y Javier nos pusimos a hacer competencia de destreza para subir los olivos, Javier se subió a uno y comenzó a caminar sobre un brazo del árbol, divertido, Ignacio se apresuro a subir a otro, más complicado, mi instinto de competencia me llevo a competir con él para subir más rápido y llegar a la copa antes que él, mi agilidad rápidamente me dio la ventaja y en poco tiempo ya Ignacio me miraba de abajo, yo feliz encima de la copa.

De un momento a otro se escucho a lo lejos las campanadas del fin del recreo, Javier ya en el suelo comenzó a caminar en dirección a la escuela, Ignacio recordándome que no teníamos que llegar tarde a la clase de la profesora sino nos pegaría con la regla, la que ya conocíamos y que era una de la preferidas para castigar, como también el de dar cocachos a diestra y siniestra y jalar las patillas, al recordar me apresure y  pise una rama delgada, solo escuche un crujido y al segundo me hallaba en el suelo, di un grito que rasgo el cielo, caí de costado, de pronto vi a mis amigos tratando de pararme, apoyado en ellos no podía asentar mi pie izquierdo, y Javier al levantarme el brazo  chille como niña, Javier asustado me dejo y se fue corriendo a la escuela, de pronto llego el auxiliar y la profesora, me encontraron llorando del dolor, la rama rota en un lado e Ignacio sin decir palabra a las interrogantes de los adultos.
En la foto se ve a Javier, Ignacio y yo con el brazo izquierdo enyesado y sonriendo.

-Ignacio se fue muy lejos, pasado un año del incidente; todos se van en algún momento de sus vidas, como el viejo en su momento, recordar que afuera donde es verano y la juventud rebosa de ánimos, mas ese viejo sumergido en su invierno, la melancolía, la pena, la tristeza lo embargaba, con su aspecto de un otoño que no florecerá para la nueva primavera que ofrece la vida, las lágrimas cayeron, al recordar a sus amigos y las mil diabluras que realizaron.
-Enjugándose las lagrimas de los ojos, dejo la foto y el álbum a un costado, miro una camisa en el suelo alfombrado y la levanto, poco después salía de su cuarto.

Comencé a bajar las escaleras, los cuadros de pinturas hermosísimas me acompañaban en mi descenso, parado frente a la sala, me detuve mire la hora de mi reloj de mano, marcaba las 10 horas menos 13 minutos de la mañana. Cruce la sala, recogí las llaves y mi sombrero y me dispuse a abrir la puerta, de pronto vi unas figuras del otro lado que estaba a punto de tocar el timbre, abrí y me quede estupefacto , eran dos viejos  en mi delante, me miraron a los ojos, yo reconocí la mira de cada uno y porque no hacían palabras de mas, nuestras miradas se sumergió en el océano de los ojos de uno y de ellos, cristalinos con la lacrimal en abundancia, eran mis amigos, eran y a la vez no eran, tantos años, tantísimos años y de pronto un magnifico sentimiento surgió de entre las penas, amarguras y todos esos años de las luchas ganadas y perdidas.

Recordar como éramos y como somos ahora, era un chiste de mal gusto, una sacada de vuelta a la vida, todo había cambiado mas no ese sentimiento que se siente al ver, esa gracia de reconocer y recordar a unos seres que marccaron parte de tu vida, parte misma de tu alma, parte de tus sentimientos, sueños, alegrías, penas, triunfos, fracasos, dolor…
Eran mis amigos de la infancia, IGNACIO Y JAVIER.

FIN.

 LUIS LLOSA.